En las afueras de la pequeña localidad francona de Arnstein, unos arqueólogos descubrieron en 2018 un enterramiento de la Alta Edad Media, un hallazgo que promete profundizar en el conocimiento de la época. Los objetos recuperados, que ahora forman parte de la Colección Arqueológica Estatal de Múnich (ASM), están siendo examinados en detalle. Una exposición prevista en Arnstein presentará por primera vez al público en general algunos de los hallazgos.
Ajuar y contenido del ataúd de madera de la tumba 167 © Archäologische Staatssammlung, Restaurierung
Notable hallazgo
Durante una excavación preventiva en Arnstein, realizada con motivo de la construcción de una rotonda, la empresa de excavaciones de Oliver Specht hizo un descubrimiento extraordinario: tumbas intactas de la Alta Edad Media. En el momento del descubrimiento aún estaba en vigor la antigua Ley de Protección de Monumentos, por lo que los hallazgos pertenecían por igual al propietario del terreno y al descubridor. En ambos casos, se trataba de la ciudad de Arnstein, que decidió donar los hallazgos al estado de Baviera, por lo que el equipo de la Colección Arqueológica Estatal de Múnich está trabajando en ellos. Esta decisión se tomó porque la ciudad de Arnstein no disponía de museo ni de instalaciones para conservar los objetos.
Descanso final
Durante la excavación se documentaron unas 40 tumbas de hombres, mujeres y niños, pero probablemente el cementerio era aún más extenso. Según la arqueóloga responsable de la ASM, la Dra. Brigitte Haas-Gebhard, estos cerca de 40 enterramientos, que no fueron saqueados, ofrecen interesantes y profundos conocimientos sobre el modo de vida de la población altomedieval de esta región. Las personas allí enterradas recibieron sepultura entre finales del siglo VI y el VII, es decir, durante el periodo merovingio. Sus parientes los enterraban con sus trajes ceremoniales y les daban ajuares funerarios; esta forma de enterramiento suele considerarse pagana, pero no lo es, como subraya Haas-Gebhard. „Podemos suponer que la gente de allí ya era cristiana en esa época. El enterramiento de objetos no tiene nada que ver con la fe cristiana“, explica en la entrevista.
Un pasado intacto
En términos de historia cultural, Arnstein, que se encuentra en el valle de Werntal, es una zona especialmente interesante, ya que se caracterizó por la presencia de varias tribus germánicas y de los romanos. Situada fuera del Imperio Romano, se encontraba no obstante en su esfera de interés y existía un intercambio de ideas. A partir del siglo IV, también hay pruebas de una influencia germánica del Elba en el Werntal, que más tarde pasó a formar parte del Imperio Alemánico-Turingio. En el siglo VI, las tribus germánicas del Rin-Weser de la región del Rin Medio ganaron influencia, y desde entonces hay pruebas de un carácter franco en Arnstein. En el pueblo vecino de Zeuzleben, en cambio, se encontró un cementerio de carácter germánico-elbico, según Haas-Gebhard. El hecho de que Arnstein estuviera bajo influencia franca puede reconocerse por diversos ajuares funerarios. Además de un broche de disco con incrustaciones, que puede atribuirse con seguridad a la región del Medio Rin, en Arnstein se encontraron un colgante de pecho con una gran cuenta de vidrio y varias piezas de cerámica.
El hecho de que las 40 tumbas estuvieran intactas cuando se descubrieron es especialmente afortunado para los investigadores. Brigitte Haas-Gebhard explica en este punto: „En la época de la que proceden las tumbas ocurría a veces que éstas se volvían a abrir poco después del entierro y se llevaban objetos de valor o se manipulaba a los muertos. Este no es el caso aquí y lo hace excepcional“. Esto facilita mucho el análisis de los hallazgos.
Joyas, tijeras, fragmentos: hallazgos misteriosos
Los enterramientos del cementerio representan una muestra representativa de la población. Destaca una tumba que se está investigando intensamente para la exposición de Arnstein. Se trata de una tumba de mujer, que pudo ser el lugar de descanso final de una dama de alto rango de la casa y la corte. Iba vestida con elaborados tejidos y llevaba ricas joyas de plata, entre ellas los llamados pendientes de cesta. Un hallazgo especial en esta tumba fue una pequeña caja de madera que le regalaron a la difunta. La tapa tenía una cerradura cuyo mecanismo estaba incrustado en una cavidad de la madera, lo que denotaba un cuidadoso trabajo artesanal. En su interior había un par de tijeras, un peine, una espiral y un fragmento de vidrio cuya función sigue siendo un misterio.
El fallecido tenía probablemente entre 30 y 40 años, según se determinó rápidamente durante la excavación. Ahora se llevará a cabo una investigación antropológica para determinar la edad exacta de la mujer enterrada. También se analizará su estatura y la posible causa de su muerte, así como cualquier problema de salud. En un proyecto posterior, estos datos ayudarán a reconstruir la vida de la mujer.
Muchos de los hallazgos se han recuperado en bloque. Mientras que los restos humanos se conservan en la Colección Estatal de Antropología, el ajuar funerario se llevó a la Colección Estatal de Arqueología. Allí, el equipo del departamento de restauración trabaja ahora en el descubrimiento gradual de los objetos, algunos de los cuales les fueron entregados congelados. Almacenar los objetos congelados tras su recuperación es especialmente ventajoso para los materiales orgánicos delicados, de los que se encontró un número excepcionalmente elevado. Además de los textiles, se recuperaron cuero, madera, pelo, marfil y un caracol cauri. El hecho de que los materiales orgánicos se conservaran se debe principalmente a los objetos metálicos que también se descubrieron, ya que en este caso tenían un efecto conservante.
Símbolos de estatus de metal y cristal
La pieza más notable de la excavación es un broche de disco formado por una placa de bronce con una placa de hierro unida. Se encontró en la zona del cuello de la mujer y su estado de conservación es excepcionalmente bueno. El peroné estaba elaboradamente decorado. La superficie de hierro estaba pavonada o ennegrecida y presenta incrustaciones de hilos de latón plateado. Las radiografías y las imágenes de tomografía computarizada han revelado el magnífico diseño del broche de disco con motivos en espiral y en forma de cruz. También se han conservado el soporte del broche y el alfiler original en la parte posterior del peroné. Cada una de las piezas estaba unida por cinco remaches decorados.
El fallecido también llevaba un cinturón de barras de hierro y una percha de cadena de hierro formada por una secuencia de ojales, anillas y varillas metálicas. El extremo de la percha, que llegaba hasta el pie, era un elemento cuatrifoliar. A la percha también se sujetaban diversos objetos: utensilios como llaves y un cuchillo, pero también chapas metálicas decoradas (chapas sonajero) y un cauri (presumiblemente un símbolo de fertilidad). La difunta también llevaba collares con cuentas de vidrio de colores y algunas piedras semipreciosas. No está claro si llevaba este conjunto todos los días, sólo en determinadas ocasiones o únicamente para el entierro. Stefan Gußmann, conservador del ASM, añade: „A menudo oímos el comentario de que un collar así debía de ser incómodo y poco práctico. Nuestra respuesta: las normas actuales no pueden aplicarse a los entornos históricos“.
Cinta trenzada y comercio a larga distancia
La pieza más notable de la excavación es un broche de disco formado por una placa de bronce con una placa de hierro unida. Se encontró en la zona del cuello de la mujer y su estado de conservación es excepcionalmente bueno. El peroné estaba elaboradamente decorado. La superficie de hierro estaba pavonada o ennegrecida y presenta incrustaciones de hilos de latón plateado. Las radiografías y las imágenes de tomografía computarizada han revelado el magnífico diseño del broche de disco con motivos en espiral y en forma de cruz. También se han conservado el soporte del broche y el alfiler original en la parte posterior del peroné. Cada una de las piezas estaba unida por cinco remaches decorados.
El fallecido también llevaba un cinturón de barras de hierro y una percha de cadena de hierro formada por una secuencia de ojales, anillas y varillas metálicas. El extremo de la percha, que llegaba hasta el pie, era un elemento cuatrifoliar. A la percha también se sujetaban diversos objetos: utensilios como llaves y un cuchillo, pero también chapas metálicas decoradas (chapas sonajero) y un cauri (presumiblemente un símbolo de fertilidad). La difunta también llevaba collares con cuentas de vidrio de colores y algunas piedras semipreciosas. No está claro si llevaba este conjunto todos los días, sólo en determinadas ocasiones o únicamente para el entierro. Stefan Gußmann, conservador del ASM, añade: „A menudo oímos el comentario de que un collar así debía de ser incómodo y poco práctico. Nuestra respuesta: las normas actuales no pueden aplicarse a los entornos históricos“.
Cinta trenzada y comercio a larga distancia
El descubrimiento de la suspensión en cadena plantea un reto particular. Por un lado, está muy fragmentada, lo que dificulta la reconstrucción, y por otro, en esta zona pueden encontrarse muchos materiales diferentes. Por tanto, la separación de los materiales requiere una gran sensibilidad por parte de los restauradores. Otro factor de complicación es que el objeto se encontraba en la zona de la cadera de la difunta, donde aún llevaba un cinturón de cuero con hebilla metálica que hoy ya no se conserva. Unido al cinturón había otro colgador de cadena, que terminaba en un disco de bronce estañado engarzado en un anillo de marfil. A partir de esto, los investigadores concluyen que pudo haber vínculos comerciales con el continente africano; la concha de cauri también podría indicar relaciones comerciales no europeas. Sin embargo, también es posible que sólo hubiera contacto con comerciantes que vendían estos objetos no europeos. Lo cierto es que tanto el marfil como el cauri eran símbolos de estatus.
„Otro elemento destacable es una correa de cuero“, subraya la conservadora Katharina Meier zu Verl. Es especialmente larga y se extiende desde la zona pélvica de la mujer enterrada hasta la zona de los pies, donde termina en un disco metálico decorativo magníficamente diseñado. Gracias a su buen estado de conservación, puede reconocerse el elaborado diseño de la banda de cuero. Primero se perforó la correa y después se tejió adicionalmente con hilos. También se añadieron adornos de bronce en varios lugares.
Un proyecto que dará lugar a otros
Un aspecto especialmente revelador del proyecto es la cuidadosa manipulación de los objetos. Lo que inicialmente comenzó como una preparación convencional de una exposición se convirtió rápidamente en un complejo reto de conservación. Muchos de los materiales orgánicos resultaron ser demasiado frágiles para ser presentados sin pérdidas científicas. Por lo tanto, primero hay que analizarlos antes de poder procesar e investigar los objetos metálicos. La parte delantera del peroné, por ejemplo -un hallazgo central-, no puede descubrirse por completo, ya que en su superficie se han conservado restos de piel humana y extensos restos textiles, que pueden contener valiosas pistas. Este hallazgo, excepcionalmente bien conservado, es uno de los raros que, además de tejidos finamente elaborados con bordes dobladillados, puede permitir incluso análisis genéticos en el futuro.
Hallazgos como éste ilustran de manera impresionante lo crucial que es el trabajo de restauración para adquirir conocimientos y preservar a largo plazo el patrimonio cultural. Demuestran que el trabajo arqueológico va mucho más allá de lo visible, y que es precisamente en la contención científicamente sólida donde se despliega su valor.
