20.03.2025

Tormentas como consecuencia directa del calor extremo

Vence al calor
Riesgo de fenómenos meteorológicos graves debido al calor extremo: el cambio climático intensifica las tormentas, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo. Imagen de Gundula Vogel de Pixabay

Riesgo de fenómenos meteorológicos graves debido al calor extremo: el cambio climático intensifica las tormentas, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo. Imagen de Gundula Vogel de Pixabay

En los últimos años, las olas de calor extremas no sólo han establecido nuevos récords de temperatura en muchas partes del mundo, sino que también han desencadenado una serie de reacciones en cadena que desembocan en tormentas devastadoras. Las investigaciones científicas demuestran cada vez más que el cambio climático desempeña un papel fundamental en la intensificación de las olas de calor, que a su vez aumentan el riesgo de diversas catástrofes naturales, desde inundaciones repentinas e incendios forestales hasta fuertes tormentas.


Cómo el calor impulsa las tormentas

El aumento de la temperatura media del planeta debido a la quema de combustibles fósiles ha provocado un espectacular incremento de la concentración de CO₂ en la atmósfera, que ha aumentado alrededor de un 50 % desde el inicio de la industrialización. Este aumento de la concentración de CO₂ actúa como un „manto de calor“ que calienta la Tierra y desestabiliza los patrones meteorológicos. Los siguientes procesos físicos explican cómo el calor extremo favorece el mal tiempo:

  • Aumento de la evaporación y absorción de humedad
    Por cada 1 °C de aumento de la temperatura, el aire puede absorber un 7% más de humedad. Este aumento de la humedad en la atmósfera es un factor importante en las precipitaciones extremas, especialmente cuando las masas de aire húmedo se encuentran con regiones más frías y se condensan. Estos procesos dan lugar a precipitaciones intensas, que en muchos casos provocan inundaciones y crecidas repentinas.
  • Zonas estacionarias de altas presiones y sequía
    Las olas de calor suelen producirse bajo zonas estacionarias de altas presiones, también conocidas como „capas de bloqueo“. Estas condiciones meteorológicas estables favorecen un periodo prolongado de sequía y una insolación intensa. El suelo se seca y pierde su capacidad de absorber la lluvia caída, lo que puede agravar las inundaciones cuando se producen fuertes precipitaciones.
  • Atmósfera más energética y tormentas más fuertes
    El aumento de las temperaturas genera más energía térmica en la atmósfera. Este exceso de energía es un catalizador para la formación de tormentas. El mayor suministro de energía en la atmósfera provoca un aumento de la convección, lo que puede incrementar significativamente la intensidad de las tormentas y los temporales.

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), las olas de calor se han duplicado en todo el mundo desde 1950 y su duración ha aumentado un 45%. También se observó un aumento especialmente drástico de la probabilidad de olas de calor en 2024, cuando la ola de calor de junio en Norteamérica se hizo 35 veces más probable debido al cambio climático.


Del calor extremo a las tormentas catastróficas

Desencadenante Evento posterior Ejemplo
Sequía prolongada Incendios forestales Canadá 2023: 7,8 millones de hectáreas quemadas
Compactación del suelo Inundaciones repentinas Pakistán 2022: 1.700 muertos tras las lluvias monzónicas
Superficies marinas cálidas Tormentas tropicales Huracán „Ida“ 2024: lluvias récord e inundaciones catastróficas

Un mecanismo de retroalimentación especialmente peligroso es que los incendios forestales liberan cantidades gigantescas de CO₂, lo que calienta aún más la atmósfera y hace que las futuras olas de calor sean aún más intensas. En 2023, sólo en Canadá, los incendios forestales liberaron unos 3.000 millones de toneladas de CO₂.


Tres pilares de la resistencia frente a las tormentas

Hay que desarrollar estrategias a largo plazo para contrarrestar los efectos de las tormentas extremas. Éstas pueden dirigirse a innovaciones tecnológicas, adaptaciones urbanas y precauciones individuales. Las siguientes soluciones ofrecen medidas concretas para minimizar los daños:

  1. Innovaciones tecnológicas
  • Previsiones meteorológicas precisas: Los avances en la tecnología de previsión meteorológica, en particular mediante el uso del aprendizaje automático y los datos en tiempo real de satélites como el Observatorio del Sistema Terrestre de la NASA, permiten previsiones más precisas de fenómenos meteorológicos graves. Estas tecnologías pueden mejorar la precisión de las previsiones hasta en 48 horas, lo que ayuda a las autoridades locales a tomar medidas de evacuación y otras medidas de protección en una fase temprana.
  • Redes inteligentes: las redes energéticas descentralizadas complementadas con baterías de almacenamiento ayudan a evitar los cortes de electricidad durante los picos de calor. Las llamadas „redes inteligentes“ permiten un suministro energético más estable en tiempos de crisis y reducen la probabilidad de apagones.
  1. Planificación urbana del futuro
  • Ciudades esponja: Ciudades como Shangai están invirtiendo grandes sumas en ciudades esponja capaces de absorber el exceso de agua de lluvia mediante innovadores pavimentos y tejados ajardinados. Estas tecnologías son capaces de almacenar hasta 30 litros de agua por metro cuadrado y reducir así el riesgo de inundaciones.
  • Combatir las islas de calor: En ciudades como Melbourne se ha adoptado el enfoque de „ciudades verdes“ plantando más de 3.000 árboles a lo largo de las calles. Estas medidas redujeron la temperatura de la superficie hasta 4 °C, disminuyendo el riesgo de olas de calor e islas de calor urbanas.
  1. Prevención individualizada
  • Kits de emergencia: Para reforzar su propia resiliencia, los hogares deben tener preparados kits de emergencia adaptados a la regla de las 72 horas. Estos kits contienen agua, medicinas, cargadores solares y otros bienes esenciales de gran importancia en tiempos de crisis.
  • Rehabilitación de edificios: El uso de revocos especiales con materiales de cambio de fase (PCM), que almacenan calor y lo liberan cuando es necesario, puede ayudar a regular la temperatura interior de los edificios y reducir las necesidades de refrigeración hasta en un 40 %.

Palancas para el cambio del sistema

Además de las medidas tecnológicas y urbanísticas, los planteamientos políticos y económicos también desempeñan un papel decisivo en la lucha contra los efectos de las tormentas extremas. Diversas medidas que se están aplicando en todo el mundo ya están surtiendo efecto:

  • Tarificación del CO₂: países como Suiza han logrado éxitos con un impuesto progresivo sobre el CO₂. Actualmente, el precio es de 120 francos suizos por tonelada de CO₂, lo que ha permitido reducir las emisiones de CO₂ en torno a un 11%.
  • Modelos de seguros: Empresas como Allianz están desarrollando modelos de seguros que ofrecen reducciones en las primas por la construcción de edificios resistentes al calor. Estos modelos fomentan métodos de construcción sostenibles y ayudan a minimizar los daños causados por fenómenos meteorológicos extremos.
  • Cooperación internacional: El sistema de alerta temprana de la UE EUMETNET ha demostrado ser extremadamente eficaz desde su puesta en marcha en 2024. Gracias a la cooperación de 34 servicios meteorológicos, el tiempo de evacuación en zonas de crisis se ha reducido a la mitad.

Una carrera contrarreloj

La física es clara: cada tonelada de CO₂ emitida hoy contribuirá a intensificar los fenómenos meteorológicos extremos durante siglos. Pero hay esperanza: las soluciones ya existen. La clave está en la innovación radical y la solidaridad mundial para acelerar los cambios necesarios. Ciudades como Copenhague están demostrando que es posible conseguir infraestructuras climáticamente neutras para 2035. El reto consiste en combinar la tecnología, la acción política y el compromiso individual para hacer frente a los fenómenos meteorológicos extremos y sus catastróficas consecuencias. Es una carrera contrarreloj, pero el camino hacia un futuro más resiliente es posible.

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