Frágil. Es una palabra que se asocia a menudo con Italia: un país donde una ciudad entera se alza sobre pilotes en el agua, donde los volcanes escupen de vez en cuando corrientes de lava y las crisis políticas amenazan periódicamente con sumir a la sociedad en el caos. Si las cosas fueran diferentes, el país perdería inevitablemente su atractivo. La inestabilidad y la incertidumbre están en los genes italianos.
Foto: Maria Zanin
La exposición „Terre in movimento“, que se exhibió en el centro histórico de Ancona, se centró en estos temas. Los artistas invitados documentaron con gran sensibilidad y tacto el paisaje de la región de Las Marcas, que hace tres años sufrió uno de los peores terremotos de las últimas décadas. Además de las imágenes de palacios con andamios, frescos renacentistas en ruinas y contenedores de alojamiento temporal, el diseño de la exposición era especialmente digno de ver: para la iglesia de San Gregorio Illuminato, del siglo XVI, la empresa romana Gnomone diseñó una escenografía que ofrecía a los visitantes dos experiencias diferentes: en los laterales, unos tabiques blancos ofrecían una presentación factual de las imágenes, mientras que en el centro de la nave, dos superficies de espejo continuas formaban una espectacular secuencia espacial. Al igual que las ciudades y los habitantes de Las Marcas, siempre en terreno inestable, los espejos fragmentaban la nave simétrica y ofrecían así una percepción del espacio siempre cambiante y confusa. La exposición sirvió también para celebrar la reapertura del edificio, inaccesible desde 1972 debido a los daños causados por un terremoto anterior.
Puede leer el artículo en el número actual de Baumeister 09/2019.
