Los nuevos pensadores tampoco lo tienen fácil

En el discurso arquitectónico alemán, el término „Silicon Valley“ tiene naturalmente connotaciones negativas. Aquí, cualquiera que se muestre escéptico sobre las actividades de las grandes empresas de EE.UU. se considera „crítico“ o bien informado. Es probable que muchos observadores hayan notado con alivio el descontento que la sede de Apple de Norman Foster ha causado entre algunos empleados. „Estaba claro que iban a fracasar en cuanto se tratara de la arquitectura“, era el tenor. Sin embargo, mi sugerencia en este punto es que se mire más de cerca. Lo que se ve entonces es sorprendentemente poco homogéneo. Al fin y al cabo, Apple, Facebook y Google son empresas muy diferentes. Y, en consecuencia, los proyectos arquitectónicos de los gigantes también son diferentes.

El „Apple Park“ de Cupertino es menos un „parque“ que un fetichista círculo alrededor de la forma perfecta. Ha aterrizado una nave espacial, proclamó el ya fallecido fundador de la empresa, Steve Jobs, cuando presentó el proyecto al ayuntamiento. Una afirmación que demuestra lo enamorados que estaban Jobs y Foster de la forma del edificio. Y no es para menos, porque Apple es tanto una empresa de diseño como de tecnología.

El campus de Facebook en Menlo Park es diferente. Una máquina en funcionamiento, una construcción provocativamente inacabada. ¿Una nave espacial también? Tal vez, pero entonces una que tiene más en común con las irritantes formas de la estrella de combate Galáctica que con un elegante platillo flotante. En cualquier caso, es lógico que Facebook haya encargado a OMA la planificación de todo un distrito urbano alrededor del campus. La construcción de viviendas y las conexiones de transporte público desempeñarán un papel fundamental.

Y Google (o Alphabet, como se llama ahora la empresa matriz del buscador): La empresa parece ver el viaje como el destino. Así lo demuestra el hecho de que BIG y Heatherwick sean dos estudios de arquitectura que trabajan en equipo en lugar de uno solo, tanto en la nueva sede mundial de Mountain View (California) como en Londres, donde ambos estudios están construyendo la nueva sede europea.

Lógicamente, el proyecto de Londres parece más fácil de entender desde una perspectiva europea. Encaja en el canon de „ciudad europea“ que nos gusta utilizar en este país. En Silicon Valley no existe una ciudad concéntrica en la que integrar la sede de la empresa. En general, parece difícil hacer realidad ideas significativas como la integración urbana o la referencia a parámetros locales cuando, con la excepción de San Francisco, sólo existen unos pocos parámetros decididamente urbanos (y aún hay 50 kilómetros de Palo Alto a San Francisco). El paso hacia un campus separado, es decir, en última instancia la simulación de mecanismos urbanos con exclusión de lo público, es en cierto modo obvio.

Pero reproduce una tipología tradicional. Desde que Eero Saarinen construyó los „Laboratorios Bell“ en un terreno virgen en los años 50, Estados Unidos se ha convertido en el paisaje prototípico del tipo „campus corporativo“. Estos no han cambiado mucho hasta nuestros días. El Apple Park tampoco es un paso hacia una dimensión completamente nueva. Y surge la pregunta de qué tipo de fricción espacial proporcionará a los appleianos las futuras grandes ideas para los habitantes de las ciudades del mundo. Y, por supuesto, el Apple Park crea problemas. La situación del tráfico en Silicon Valley es desastrosa. Apple ha previsto tanto espacio para los coches como para sus empleados. Esto crea más dramas de tráfico. Por lo tanto, el proyecto parece un poco, bueno, convencional para una empresa que quiere participar en el futuro de la automovilidad (palabra clave Apple Car).

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