En un momento en que la práctica religiosa se encuentra en un estado de cambio, al igual que las expectativas sobre los edificios sagrados, la recién inaugurada iglesia de Højvangen, en Skanderborg (Dinamarca), es un poderoso ejemplo de arquitectura eclesiástica cuidadosa y contemporánea que responde a los retos del presente. Diseñado por Henning Larsen, uno de los principales estudios de arquitectura escandinavos, el edificio se posiciona como un manifiesto moderno de una nueva interpretación de los espacios sagrados: abierto, acogedor y, al mismo tiempo, profundamente arraigado en la identidad cultural y local.
El interior de la iglesia de Højvangen, en Skanderborg: luz natural, materiales claros y una estructura clara caracterizan la arquitectura eclesiástica contemporánea de Henning Larsen. Imagen: de Rasmus Hjortshøj
Un nuevo capítulo de la arquitectura sacra danesa
La iglesia de Højvangen es algo más que un lugar de culto: es una reacción al cambio de las estructuras sociales en un barrio nuevo que, a su vez, es el resultado de un largo periodo de transformación. Skanderborg, conocido por su calidad paisajística, lleva años experimentando un crecimiento que no sólo se caracteriza por la evolución demográfica, sino también por un cambio de valores que se refleja asimismo en el uso de los espacios públicos. La iglesia responde a ello con un concepto radicalmente abierto: se ve a sí misma menos como un monumento a la fe y más como un animado lugar de encuentro que replantea la espiritualidad y la comunidad.
Con este planteamiento, Henning Larsen se basa en una larga tradición de arquitectura escandinava que sitúa a las personas en el centro. La iglesia de Højvangen rompe conscientemente con las jerarquías históricas de la arquitectura sagrada. En lugar de la austeridad monumental, se centra en gestos acogedores, transparencia y un juego con la luz natural, que resalta nuevas cualidades del espacio a cualquier hora del día.
Arquitectura que da un paso atrás
El diseño exterior del edificio ya insinúa este cambio de paradigma. El edificio se integra en el entorno llano, caracterizado por viviendas unifamiliares, con sobria elegancia. El lenguaje arquitectónico prescinde del patetismo en favor de un lenguaje formal reducido, casi arquetípico. El enlucido de ladrillo, los tonos claros, casi arenosos, y las generosas aberturas conectan visualmente el edificio con su entorno y transmiten una sensación de pertenencia.
El volumen está deliberadamente compuesto con moderación. Ninguna aguja se eleva sobre el barrio, ningún campanario exige el dominio visual. En su lugar, la iglesia se desarrolla horizontalmente, como un espacio público en diálogo con el barrio, que se ve a sí mismo menos como un espacio sagrado cerrado que como una plataforma para la comunidad. De este modo, el edificio sigue consideraciones no sólo arquitectónicas, sino también teológicas, que se han abierto camino en la labor de las comunidades eclesiásticas modernas en muchos lugares: La fe no se manifiesta en muros, sino en encuentros.
La luz como sustancia sagrada
El interior de la iglesia de Højvangen no se caracteriza por su tamaño o decoración, sino por su iluminación y proporciones. La luz del día, que entra por grandes aberturas verticales, se refleja suavemente en las superficies de color claro y remodela el espacio según la hora del día. Esta luz no dirige la mirada hacia arriba, sino hacia dentro: hacia la habitación, hacia la comunidad, hacia uno mismo.
Esta tranquila poesía de la luz constituye el núcleo espiritual del lugar. La elección de los materiales refuerza este efecto: madera, enlucido de cal y ladrillos en bruto forman una paleta que irradia calidez y tranquilidad. El mobiliario es sencillo, funcional y preciso en sus efectos. Nada debe distraer de lo esencial.
Entre la vida cotidiana y la fiesta
Una de las cualidades más notables de la iglesia de Højvangen es su uso múltiple. No sólo ofrece espacio para servicios religiosos, sino que también está concebida como centro de reuniones abierto a conciertos, exposiciones y actos educativos. Esta hibridez refleja una tendencia social que se manifiesta cada vez más en la arquitectura: los espacios sagrados como espacios culturales.
Mediante una inteligente zonificación, el edificio crea transiciones flexibles entre el espacio sagrado, el salón parroquial, la zona infantil y la cafetería. Las zonas exteriores, como un pequeño patio y un jardín abierto, extienden el espacio al vecindario. La transición de lo público a lo privado, de lo profano a lo sagrado, ya no está marcada por umbrales, sino por la densificación atmosférica.
La sostenibilidad como actitud
Como todos los proyectos de Henning Larsen, la iglesia de Højvangen sigue los principios de la sostenibilidad. No se trata sólo de aspectos ecológicos como los materiales, la eficiencia energética o la longevidad. La sostenibilidad se entiende aquí como una responsabilidad cultural: Un edificio que ha de durar mucho tiempo no sólo debe seguir siendo funcional y ecológico, sino también socialmente relevante.
Al prescindir de tecnologías superfluas y utilizar materiales de construcción naturales y disponibles localmente, el edificio contribuye a un uso consciente de los recursos. Al mismo tiempo, el diseño claro e intemporal garantiza que la iglesia no esté sujeta a los rápidos cambios de la arquitectura, sino que siga siendo válida durante décadas.
Importancia para la arquitectura eclesiástica contemporánea
En el contexto europeo, la iglesia de Højvangen es una firme declaración a favor de una interpretación contemporánea de las tareas de los edificios sagrados. Demuestra que la iglesia como institución puede encontrar nuevas respuestas arquitectónicas, más allá del patetismo y la representación. El futuro de los edificios eclesiásticos no reside en los monumentos, sino en el diálogo, la apertura y una arquitectura que responda a las necesidades cambiantes de las personas.
Con la iglesia de Højvangen, Henning Larsen consigue encontrar un equilibrio entre espiritualidad y vida cotidiana, entre tradición y modernidad. El diseño no es icónico en el sentido clásico, sino icónico por su actitud: entiende la arquitectura como una silenciosa pero poderosa invitación a la participación.
La iglesia de Højvangen es un ejemplo de una nueva generación de edificios sagrados que ya no se refugian en viejos símbolos, sino que desarrollan nuevos significados y funciones para el presente. Para arquitectos, teólogos y urbanistas, es un importante punto de referencia en el actual debate sobre el papel de la iglesia en el contexto urbano. Lo demuestra: La arquitectura eclesiástica contemporánea puede ser relevante, bella y significativa si afronta con valentía las cuestiones de nuestro tiempo.
Más información sobre la iglesia parroquial de Ørestad, de Henning Larsen, aquí.
