Un jardinero de Nueva Zelanda demuestra un compromiso incansable. Con su empresa Treelocations, Barry Cox se especializa en trasplantar árboles viejos y sus raíces a nuevos emplazamientos. Algunos de los árboles que ha salvado de la deforestación se encuentran en su propiedad privada del norte de Nueva Zelanda. Su último proyecto: una iglesia.
Aunque Cox no se considera especialmente religioso, desde niño le ha fascinado la especial arquitectura de las iglesias. En cierto modo, su Baumkirche es una oda a ellas. Las iglesias son también uno de los primeros puertos de escala de Cox cuando viaja.
Desde 2011, los árboles maduros de cinco especies diferentes han ido creciendo hasta convertirse en una iglesia, de la que solo hay que podar las paredes por dentro y por fuera cada seis semanas. Desde principios de año, Cox también permite a los visitantes utilizar su iglesia arbórea, y ya se han celebrado varias bodas bajo el dosel.
Aquí puede hacerse una idea del ambiente:
