Cada uno se dedica a lo suyo. Los arquitectos sólo se ocupan de la construcción de edificios y los paisajistas sólo de la vegetación. Nipek, MVRDV, Architects 61 y un estudio británico de paisajismo demuestran lo que es posible cuando se trabaja de forma interdisciplinar. El resultado: un carril bici verde en Singapur que responde inteligentemente a los usuarios.
Singapur es sinónimo de alta tecnología y eficiencia como casi ninguna otra ciudad. Sin embargo, como en cualquier otra metrópolis, la red de transportes es también muy compleja y está al borde de la sobrecarga. El estado de la ciudad ve la solución en un medio de transporte que también es una alternativa popular en muchos lugares de Europa: la bicicleta.
Con este fin, la Autoridad de Reurbanización Urbana de Singapur organizó recientemente un concurso internacional: El concurso pedía un concepto de plan maestro para una autopista ciclista de 24 kilómetros. Este „corredor ferroviario“ discurre como un espacio verde continuo de norte a sur por toda la ciudad y conecta las zonas residenciales con los lugares de trabajo, las escuelas y los espacios públicos.
La empresa de diseño de iluminación Nipek, con sede en Singapur, demostró cómo puede lograrse el equilibrio entre verde y ciudad. Para el concurso convocado por MVRDV y Architects 61, diseñaron un concepto de iluminación dinámica que respeta las necesidades tanto de la naturaleza como de los ciclistas.
La iluminación artificial suele ser uno de los factores que más influyen en el medio ambiente. Tiene un efecto negativo en los ritmos diurnos y nocturnos de plantas y animales. Un factor perturbador que también experimentamos los seres humanos. No en vano, el tema de la contaminación lumínica está más de actualidad que nunca. Sin embargo, necesitamos luz en nuestras ciudades para orientarnos y estar seguros. Ni siquiera un carril bici casi natural puede prescindir de ella.
Para cumplir estos requisitos contradictorios, el concepto de Nipek incluye tecnología de control inteligente de la luz. El alumbrado público del corredor ferroviario sólo se encenderá cuando lo necesiten los ciclistas. La luz artificial sigue al usuario, por así decirlo, mientras que el resto del carril bici permanece prácticamente sin iluminar. Sólo las pistas fosforescentes del suelo y los LED azules alimentados por energía solar de las farolas darían entonces una impresión de por dónde discurre el carril.
Este concepto dinámico sería posible con columnas de alumbrado especialmente equipadas. Además de su fuente de luz, disponen de la tecnología de sensores adecuada y de comunicación inalámbrica entre sí, y se encienden en cuanto un ciclista se encuentra en el radio de activación de una luz. Simple, pero eficaz.
Aunque desgraciadamente el concepto no se haga realidad, todos los planificadores implicados demuestran que un buen espacio público natural no se limita a la elección del pavimento y las plantas verdes. La cooperación interdisciplinar permite un diseño conceptual profundo con soluciones innovadoras que sin duda no habrían sido posibles por separado.
Más información sobre el movimiento a escala humana en Garten+Landschaft 07/2016 – El retorno del hombre.
