Iniciativas contra el consumo de paisaje
Las opiniones sobre la vida en el campo varían mucho. Algunos la consideran atrasada, aburrida y atrasada, mientras que otros la ven como la única forma de vida „natural“. Pero son opiniones de urbanitas. ¿Cómo es en la realidad? ¿Qué significa para la construcción en el campo? Encontrará una aproximación en el número de mayo: publicamos el editorial de la redactora Sabine Schneider.
Este número apenas se ha visto afectado por la crisis; el habitual vacío en algunas de las fotos arquitectónicas no se debe ciertamente al virus. Pero se trata de un tema que suscita cada vez más añoranza y pensamientos de evasión, especialmente entre los habitantes de las ciudades en tiempos de crisis: la vida en el campo. Lleva años en el aire, debatiéndose, criticándose, ignorándose y glorificándose. Se hizo visible para todos en torno a 2005, marcado por la publicación de la revista „Landlust“, que entonces tuvo un éxito inesperado. Lo que atrae a los habitantes de las ciudades al campo es la idea de un modo de vida más „natural“, con un aire mejor, una generación de energía respetuosa con el medio ambiente, alimentos sanos y una naturaleza „virgen“ que, sin embargo, debe estar dotada de caminos forestales bien mantenidos, señalizaciones y áreas de descanso. Se supone que el país debe proporcionar todo esto.
Ayuda a enfrentarse a la realidad y a analizar la situación del campo con gran precisión. El geógrafo cultural Werner Bätzing ha analizado la situación del campo en su libro „Das Landleben. Historia y futuro de un modo de vida en peligro“, el geógrafo cultural Werner Bätzing no sólo analiza la situación antes y ahora, sino que también hace sugerencias sobre cómo las zonas urbanas y rurales pueden prosperar mejor -y en pie de igualdad- en el futuro.
También están surgiendo iniciativas notables en muchos lugares con el mismo objetivo: contra el consumo del paisaje y por el desarrollo interior, como „Urbanes Land“, una iniciativa de investigación de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Biberach, que se dedica a analizar los procesos de urbanización en regiones de densidad media. A principios de marzo, la galería de arquitectura Aedes de Berlín organizó una mesa redonda sobre „Hinterland: Landlust und Frust. El bienestar animal entre la sociedad de consumo y la economía agraria“. Y hasta el apasionado urbanista Rem Koolhaas se ha sentido fascinado por la vida en el campo, aunque no tanto por su lado idílico como por el de la alta tecnología. En la inauguración de su exposición en el Museo Guggenheim, „El campo, el futuro“, llegó a decir que sólo el campo, y no la ciudad, tiene futuro.
Que la arquitectura también puede influir positivamente en la calidad de vida de la región y servir de ejemplo lo demuestran, entre otros, los proyectos de este número. En cualquier caso, la vida rural es más complicada de lo que parece, como describe convincentemente Juli Zeh en su novela „Unterleuten“. Lo que dice el alcalde con un suspiro en la disputa sobre las turbinas eólicas en el pueblo es cierto: la vida sencilla no es tan fácil.
