04.06.2025

5 preguntas para Christoph Ingenhoven

Christoph Ingenhoven fotografiado por Jim Rakete.


Reducir costes, motivar a los empleados, mantener la ...

Demasiadas cadenas de suministro, demasiado consumo, poca sustancia, poca solidaridad, poca Europa, demasiado populismo, poco trabajo, demasiada vida: para Christoph Ingenhoven, las consecuencias de la pandemia de coronavirus exponen sin piedad los fallos de los últimos años. Sin embargo, está lejos de perder el optimismo por ello. Charlamos con él.


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Christoph Ingenhoven fotografiado por Jim Rakete.

Christoph Ingenhoven, ¿cómo están viviendo usted y su oficina estos días?
Como estaba de viaje por la Engadina y Londres, los viajes a Cannes y Riad se cancelaron con poca antelación y no pude regresar a Suiza, al final acabé en Düsseldorf, donde entretanto también había llegado la mayor parte de nuestra extensa familia de Londres, Nueva York y Múnich. Mi compañera se quedó en Londres con sus hijos y una de mis hijas tuvo que ser hospitalizada, así que menos mal que las casas son lo suficientemente grandes para eso… En la oficina hay un 45% de empleados que trabajan desde casa, un 45% que siguen en la oficina, un 5% de baja por enfermedad y un 5% de vacaciones. Todos nos esforzamos por hacer nuestro trabajo con videoconferencias y conferencias telefónicas, que nos van bien.

Así que casi la mitad de sus empleados trabajan desde casa. ¿En cuánto tiempo ha sido posible? ¿Sigue todo como de costumbre?
Conseguimos el cambio en pocos días. Todo el mundo puede llevarse su ordenador y su pantalla. Para los demás, es una situación nueva, pero uno se acostumbra al cabo de unos días, sobre todo con la disciplina adecuada a la hora de preparar las conferencias telefónicas. No es una solución permanente y, en tiempos normales, no es buena para el equipo ni para la calidad de nuestro trabajo, que se nutre de pensar, dibujar y hablar juntos. Por el momento, sin embargo, asegura nuestra capacidad de actuar. Es bueno que la internacionalización de nuestros proyectos en muchos países muy diferentes signifique que siempre hemos estado acostumbrados a trabajar virtualmente hasta cierto punto en zonas horarias diferentes.

¿A qué retos se enfrentan actualmente usted y su equipo?
Cumplir los plazos y compromisos con nuestros clientes, mantener el contacto con ellos, priorizar el trabajo remunerado sobre el no remunerado, empujar con cuidado los proyectos hasta la línea de meta en la fase final de toma de decisiones, evaluar con realismo cómo seguirá el año, hacer pruebas de estrés, reducir costes, motivar a los empleados, mantener el temple, mantener la calidad alta, no perder el sentido del humor, encontrar nuevos encargos para el tiempo durante y después de la crisis, ganar concursos…

„Después de la crisis estáis más crecidos“.

También tienen oficinas en Sydney y Singapur. ¿Cómo está la situación allí?
Singapur sigue funcionando con relativa normalidad y, como gran parte de nuestros proyectos australianos en Sídney y Melbourne se están tramitando allí actualmente, además de los proyectos singapurenses, la utilización de la capacidad también es muy buena. La inauguración de nuestro proyecto de Toranomon Hills en Tokio se ha pospuesto, aunque el proyecto ya está terminado. Allí se está construyendo un segundo bloque de torres, que probablemente abrirá para los Juegos Olímpicos aplazados del año que viene.

Los estudiantes de arquitectura se preguntan cómo realizar sus trabajos en equipo a pesar de las restricciones iniciales. ¿Qué consejo les daría?
Eso no debería ser un problema para esta generación, Face Time, Zoom, Microsoft Teams, Skype…, pueden hacerlo. La crisis es una oportunidad, expone sin piedad nuestros fallos y carencias: cadenas de suministro demasiado largas, demasiado consumo, demasiado marketing, poca sustancia, poca integración vertical, poca solidaridad, poca Europa, demasiado populismo, poco trabajo, demasiada vida, el mundo es mucho más bonito sin emisiones, menos coches no es un error, el cuidado de los niños es difícil de sustituir, nuestras pequeñas empresas están mal financiadas.

Todo el mundo intenta librarse de su problema en primer lugar con el Estado, no sólo los que realmente lo necesitan, sino también los que siempre han sacado todo el beneficio de la empresa de forma puntual durante años. Si aprendemos algo de esto, puede que haya sido muy bueno y cuando hayamos dejado atrás la crisis, todos seréis mucho más adultos, ¡manteneos vivos!

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